1- Primer test de alta jerarquía. Chile, la representación genuina
del fútbol sudamericano. Ese compendio de jugadores abarrotados de talentos, de
responsabilidad y liderados por un técnico que vive del fútbol artístico, de la
poesía, de la correcta ejecución de los fundamentos en cancha, los mismos que
los llevaron a sepultar a España en Brasil y a generar admiración del mundo
entero. Ese es Chile, y ante ese equipo se enfrentó Venezuela. Cualquier matriz
de opinión que ignore estas premisas nace del radicalismo y por lo tanto, es
inválido.
2- La idea ilusiona. Venezuela mostró dos caras. La que nos puede llevar
al Mundial Rusia 2018 y la que tanto tememos, esa selección deprimida, que no
logra dar el salto psicológico luego de encajar los goles. Ahí está el primer
trabajo del nuevo CT. La fe es el motor del talento, y sin talento una idea no
prevalece. La presión alta, la correcta cobertura de los volantes por las
bandas y la excelsa participación de Mario Rondón produjo que la primera
ocasión de gol en el partido fuese Vinotinto. A partir de allí, Chile entendió
el planteamiento nuestro y todo fue a peor.
3- Presionar la salida del rival te obliga a hacer un repliegue
coordinado y a mostrar dominio en los relevos, y hoy Venezuela ni cerca estuvo
de lograrlo. Lógico, apenas los automatismos van cocinándose. Y si esta será la
carta que Sanvicente utilizará, varias piezas que iniciaron hoy, probablemente,
no estén más adelante. ¿Por qué? Simple y sencillamente la condición física
prevalecerá al momento de ejecutar la idea.
4- Arango, Cíchero, Jiménez y González fueron los más desafinados. El
capitán se encontró al frente una vorágine que lo llevó al vaivén de las
coberturas y a una obligación defensiva que su actualidad no le permite cumplir.
Flojo en las pelotas paradas. Cíchero, sigue siendo titular, porque no tenemos
un lateral con fuelle en la actualidad. ¿Quijada? Podría ser. Mientras, esa
zona sigue siendo una incitación al ataque del rival, las subidas de Gabriel
solo le facilitaba el trabajo a un Valdivia que jugó como si mañana se fuese a
acabar el fútbol. Exquisito. Alexis disfrutaba de la magia de Jorge, y
secuestraba los espacios otorgados por Cíchero. Una repetición del partido de
eliminatorios en Santiago. Los centrales dentro del desastre, manejaron bien
sus zonas. No así los apoyos en las bandas.
5- El peor error fue tutear a Chile y tener a Jiménez como cobertura
en la banda izquierda. La jerarquía se respeta. Acosta intentaba pero no podía.
La goleada termina siendo una respuesta lógica ante la anarquía de Venezuela.
Chile te desordena, te frustra, te desnuda y te obliga a mirarte en el espejo. La
zona media austral, interpretada por Aranguiz y Díaz dio un recital que tuvo
como mayor logro romper cualquier circuito de asociación intentado por Arango y
Jiménez. Y sin la pelota demostramos ser frágiles tanto en el fútbol como en la
mente.
6- Mientras el repliegue en las transiciones ataque-defensa sigan
descoordinados y sin sentido, las bandas serán nuestro peor enemigo. Eso lo
leyó Sampaoli y lo ejecutó a la perfección Jorge Valdivia. Él con el balón y
Vidal con los espacios. Todos llegaban. Por dentro, por fuera. Isla hizo por su
sector lo que mejor le gustaba, y es llegar a raya final y Eugenio, aunque no
tuvo un partido bueno, atacó constante. Fueron superiores en todas las facetas
que hubo en el partido.
7- Faltó Salomón, Rincón, Rosales, Falcón, Guerra, Santos y Suárez. A
eso, anéxenle la mejor noticia: Mario Rondón. Ese pivoteador nato que no le
teme dar una mano a los volantes en la creación y menos darle la espalda al
arco. Su altruismo potenciará a Salomón.
..y 8- Dentro
de tantas dudas y temores, Sanvicente se enfrentará a su primera gran
encrucijada: ¿Tendrá el coraje para descartar a piezas que no se adaptarán a
esta nueva idea? De allí nacerá el éxito de este nuevo ciclo. Hoy la genética
de lo perfecto superó al envión del iniciante.
Geoff I. Hernández