1- El mensaje fue claro: Somos campeones y queremos repetir. Así llegó el
Barcelona más guardiolista de esta Nueva Era al Emirates Stadium. Luis Enrique
apostó a la frescura de Piqué y Busquets para sostener el caos que los tres
tenores armarían arriba. Rakitic como todocampista, limpiaría cualquier
indisciplina táctica de Alves e Iniesta fijaría marcas y así darle libertad a
las galopadas de Alba.
2- Al frente tenían a un Arsenal
distinto, maduro y decidido, dispuesto a desnaturalizarse y a olvidar los
registros de vistosidad, y así emparejar una lucha a lo italiano. Como el Inter
en 2010. Sólidos en defensa e imperdonables en ataque, para ello se
encomendaban a la genialidad genética de Ozil y la multiplicación zonal de
Ramsey. Giroud no podía perdonar, y el dominio estadístico de Cech vs Messi
debía seguir, si querían tener alguna oportunidad en la serie.
3-
Rodó el balón, y con el inició otra presentación de dominio pleno de este
Barcelona Rey de Europa. El guardiolismo no se olvida. Y menos cuando enfrentas
a un bloque compacto de jugadores convencidos de una idea y atentos en las
ayudas y en el repliegue. Cuesta mucho encontrar otra versión tan lejos de la
posesión y comprometidos en defensa en los tiempos de Wenger. Pero, ¿Quién
criticaría los recursos utilizados para romper una maldición? El problema es
que la maldición mutó y se convirtió en un Kraken de tres cabezas. Que te
liquidará, por más que te esfuerces, por más que cubras cada centímetro de la
cancha, siempre hallará la forma de vencer. Sin importar el apellido del Cancerbero
de turno.
4-
La imagen seria del Arsenal de la primera media hora se fue diluyendo en
la ansiedad de quién está acostumbrando al roce del cuero, y de repente, se lo
secuestran. El 4-4-2, que intentaba comerle los talones a Busquets se fue
estirando, y perdiendo el norte del Plan A. De forma inteligente, Iniesta se
fue a la misma línea del ‘5’ culé para el proceso de creación. Detrás de ellos
dos, había otra batalla titánica entre Alexis
que descosía a Alves a través del físico y la gambeta, y Ozil que exigía a un
Mascherano superlativo. Y es que el argentino aún no olvida sus noches
londinenses. Sacrificio pleno a las espaldas de Busquets, y apoyos en las
bandas. Alba fue mucho menos de lo que siempre es. Y eso redujo en buena parte
las apariciones ofensivas de Neymar que estaba solo luchando contra Chamberlain
y Bellerín que lo retuvieron el tiempo que su humanidad les permitió.
5-
Hay una característica que separa a este Fútbol Club Barcelona del de
Guardiola, y es la capacidad de ajustarse al sufrimiento. Saben transformar los
momentos negativos, en espacios letales hacia el contragolpe. Ser supremos en el
juego de posición, y añadir como recurso el contraataque más letal del mundo es
increíble. O te marean con un discurso posesivo de pases, o te inyectan el
veneno letal de transitar 80 metros en 4 pases. Como en el 0-1. El corte de
Piqué, la majestad de Iniesta, el Caño de Suárez, la absorción y habilitación
de Neymar, y la pausa de Messi. El gol reflejó el proceso de evolución del
equipo de Luis Enrique sin tocar el ADN del Barcelona.
6-
Y el Arsenal compitió a un nivel de Semifinales de Champions y casi se embolsa
una goleada en contra. No hay una mejor síntesis del partido que esa. Así es
este Barcelona, que llega al tramo vital de la temporada con la Liga en el
bolsillo, una final de Copa, y con los colmillos afilados hacia lo que resta de
Champions. El 0-2 bastó para espantar los fantasmas del pasado. Ya no habrá
supremacía de Cech. Y la maldición de Wenger seguirá su curso. Porque le tocó
medirse a la dinastía, a los únicos que conocen el día y la hora de su derrota.
No será su rival quien los venza, serán ellos mismos.
Geoff I. Hernández