1- Todos
tendrán que seguir compitiendo por el segundo puesto. No hay uno en la faz de
la tierra que pueda ajustarse al nivel de compromiso íntegro y de calidad innata
como lo hace Leo. Es ridícula la forma como puede dominar a placer un deporte.
Entenderlo, mejorarlo, y secuestrarlo. Leo Messi es el fútbol sintetizado en
una persona.
2-
Guardiola
sabía que la única forma de salir vivo del Camp Nou era desnaturalizarse y
rearmar su idea a través del sacrificio y de los relevos insaciables. Y de pararlo
a Messi, claro. Siendo esto último, lo más imposible de todo. ¿Por qué? Porque
el fútbol son momentos que van y vienen. De gloria y de sufrimiento. Como en
2013 y La Noche de los Cristales Rotos. Y hoy el genio que utiliza la ‘10’ es
imparable. La construcción que ha confeccionado Luis Enrique tiene unas bases
muy sólidas. Y ante eso se enfrentaba el diezmado Bayern, una víctima que se
mostró débil y que terminó compitiendo como los grandes. Viéndole la cara sin
estupor al monstruo de tres cabezas. Y alargando lo inevitable por el mayor
tiempo posible. Sufrir estas circunstancias y lograr competir al nivel máximo
hasta el 76’ es digno de admirar.
3-
Luis Enrique
es el ganador en esta jornada. Su capacidad de reacción evitó la desgracia por
allá en Noviembre, y entendió que si quería estar en lo más alto de Europa tendría
que construir un rascacielos donde el ingeniero principal estuviese contento y
sonriese de nuevo. Messi. Un equipo
compacto, distinto al hegemónico, con recursos nuevos y fuerzas renovadas. Un
Barcelona enérgico, que no le teme al repliegue, que puede ser superado pero no
maniatado. Luego del vendaval ofensivo inicial que les facilitó el 3-5-2 que
puso Pep, donde Neuer emergió como la figura milagrosa, nunca cayeron en
depresión. Bajaron revoluciones y terminaron cocinando un gol que casi se les
escurría de las manos, o de los pies de la muralla alemana, como usted prefiera.
Un primer tiempo glorioso, merecedor de una semifinal de Liga de Campeones.
4-
Las
ausencias siempre pesan. Del medio hacia atrás el Bayern era un equipo con una
capacidad de circulación impresionante. Relevos guionizados y un sentido de
solidaridad en defensa, sello de Guardiola. Alonso era el sostén y Boateng el
corrector. Pero cuando recuperaban y levantaban el rostro buscando la portería
de Stegen, entendían que estaba lejos, tan lejos como Berlín. Un Lewandowski
pletórico que luchó cada enfrentamiento, pero que nunca tuvo una opción clara.
De nada valdría tanto esfuerzo. Ter nunca sintió al fantasma del peligro
merodeando su zona, le preocupaba más el hecho de ser un líbero correcto y el
elemento que reiniciaría la posesión del Barcelona.
5-
Hay
jugadores que tienen la clase para competir en semifinales de Liga de Campeones,
otros que no. Ivan Rakitic demostró, acallando a las voces insurgentes, que su
nivel está al ritmo de este Barcelona. Impecable en todas las facetas que tiene
el fútbol. Un interior que fungió de lateral, de llegador, de corrector y de
ser el alma del equipo cuando llegaban los quince finales. Su asistencia a
Messi es un regalo. No puedes correr casi 14 kilómetros, recuperar una veintena
de balones, y no se premiado por la justicia. De ser el eslabón más débil, a
convertirse en agente clave de esta vendetta azulgrana. En Sevilla era un
llegador, hoy se reconvirtió a interior para no extinguirse, y la presentación de
anoche fue un puñado de fe.
6-
Hay algo
oculto en cada sensación. Dani Alves nivel 2009. Iniesta responsable y pulcro.
Busquets superado por Schweinsteiger pero nunca maniatado. Un Suárez que se
estremeció luego de fallar el mano a mano al inicio del encuentro – Paradón de
Neuer que evitó lo que pudo haber sido una catástrofe – y un Neymar listo para
su momento. Piqué y Mascherano son otros. Dos fiscales de tránsito que se
complementan y limpian sus debilidades acentuando las virtudes siempre. Jordi
correlón y un Messi imparable. Stegen desde atrás afinaba la orquesta, y
esperaban, esperaban que cayese el primero, y el Bayern se sostenía en su
historia y un gigante Xabi. De Muller no se supo nada hasta que fue sustituido
reclamándole a Pep.
7-
0-0 al 75’,
en ese instante todo era de Pep. Benatia y Boateng repelían todo y Lahm
intentaba oxigenarse pero la presión culé era asfixiante. Y Bernat graduándose
del guardiolismo – Triangular antes de revolear – no logró superar a un
atentísimo Daniel Alves, quien recuperó y vio de reojo a la bestia, y todo
acabó.
8-
El puñal de
la bestia sepultó el alma herida de un Bayern que se sentía cerca de obrar el
milagro. Y es que la crueldad tiene muchas formas, y muchos colores. Porque
mientras mejor jugaba el cuadro muniqués, fue cuando la espada de la bestia
embistió. Con un gol parecido al de Wembley, aquel que zarandeó a Van der Saar.
Esta vez fue Neuer que ni pudo reaccionar. Y mientras Pep se sacudía el rostro
para meterlo a Gotze, llegó Rakitic, y el ademán de Leo.
9-
Porque la
jugada no fue fortuita, ya el ‘10’ la había imaginado, quizá en sueños, o en epifanías.
La pidió porque había cuentas pendientes desde Brasil. La pidió porque había
sangre de por medio, y porque no tendrían otro mejor escenario para la venganza
que ese. Y quebró, destruyó, trituró la cintura y el espíritu de Boateng y de
todo un equipo, picándola y regalándonos poesía de Balzac o de Charles difícil
de olvidar. Hay muchos jugadores de calidad, pero ninguno que sea capaz de
entregar momentos tan gloriosos como lo hace Lionel Andrés Messi Cuccitini.
Por: Geoff
I. Hernández
Tremendo analisis ojala hubiese escritos así en los periodicos de aqui.
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