1- Porque
la perfección se cimenta con un modelo a seguir. Todo nace de allí. Hoy el Barcelona
de Luis Enrique es una máquina trituradora de esperanzas, de modelos, y de
funcionamientos. Un mecanismo que en
este último mes ha desatado una sinfonía inequívoca, imposible de descifrar, llegando
al escandaloso punto de no ser amenazado por ninguno de sus últimos rivales, ni
en España, ni en Europa.
2- Athletic.
Debe ser muy duro ofrecer un esfuerzo colectivo tan grande para que el don que
habita en un hombre te destruya todo lo planificado. Nada se le puede reprochar
a un equipo que a través de sus ideas intenta competir. Quizá lo único, fue la inocencia
de no saber responderle al temblor, o peor, quizá no creerse capaz de vencer.
Son tres reveses seguidos en finales contra los dictadores azulgranas en menos
de siete años. Un choque emocional que el linaje bilbaíno sentía en sus hombros
antes de pisar el estadio que Luis Enrique y Messi han convertido en un
cementerio de ilusiones. Donde nadie sale vivo.
3-
Busquets
era el hombre a seguir. El careo táctico del Athletic le permitiría disfrutar
de libertad en creación y suficiente espacio para correr. Porque cuando Sergio
corre todo parece perfecto, cubierto, y pulcro. Etxeita disfrutó en primer
plano, las distintas partituras con las que el mediocentro catalán interpreta
el fútbol. Mikel Rico lo incomodó en el único sector del encuentro donde
compitió Athletic, en los primeros diez minutos. Nadie más pudo frenarlo. Era
un torbellino de precisiones y de decisiones correctas. Otra obra directa a la inextinguible
biblioteca de momentos hermosos que está coleccionando el gran Sergio Busquets.
4-
La
final duró lo que el tridente quiso que durase. Y Balenziaga cometió el error
de despertar a la bestia. A Messi no se le provoca ni se le estimula. Es como
un tiburón cuando huele la sangre. Tirado a la banda, en silencio, como quien
consume misiles y dispara armonías. Esperando su momento. Porque este Messi es
diez veces mejor al que alguna vez soñó Pep. Es dueño de la eternidad. Y la da
cuando es momento de darla, y gambetea, corre, frena, la pisa, engancha y la
manda a las redes, cuando reconoce que eso es lo que hacen los grandes. Créanme,
es un reto muy difícil intentar adjetivar este tipo de presentaciones de un
argentino que tiene en su ADN el modelo bien establecido de lo que representa
una institución que ha secuestrado lo más alto del fútbol desde hace siete
años. Y usted, amigo que me lee, debería estremecerse al saber que Leo solo tiene
veintisiete años. Y también veintitrés trofeos. Me cuesta creer que alguna vez
existió o existirá algo mejor que ese enano tatuado que lleva la ‘10’ en el
Barcelona.
5-
Pero
no todo se trata de Messi. Porque la alianza de los perfectos la lideró un
hombre al que la destrucción mediática se le metió en la cama y le gritaba al
oído que su final sería el desastre y el olvido. Y es ahí cuando Luis Enrique construyó
su mérito. Enfrentando al temor y a su orgullo, creando ese sistema de
infinitos recursos que hizo mejor a Neymar, a Suarez y que lo reencontró con el
único que podía llevarlo hasta donde están hoy. Y usted ya sabe a quién me
refiero. El estado físico y mental de la plantilla refrenda la motivación que
se transpira en el Can Barca.
6-
Con
el descuido que casi mancha el impecable caminar de Stegen en su primera
campaña como golero subtitular de la Alianza, inició la tormenta del Barcelona.
Un gol legítimo que fue invalidado a Neymar, luego del alley-oop número
seiscientos ochenta y seis mil de Messi sería la génesis del final. Poesía pornográfica
de Leo, altruismo en su más pura especie de Suárez, y la combinación
Alves-Messi bastó para ponerle números definitivos a una final que se jugó al
ritmo que la MSN quiso. Porque son así de asombrosos. Hay un error colectivo de
percepción. Muchos acusan a un Barcelona de dos caras. El triturador y el
especulador. Y no es así. La MSN activa los sensores de la competitividad
cuando quieren y cuando observan que es momento de agredir al rival. Se abren y
cierran a placer. Frenan y aceleran a su equipo y a su enemigo, y esto no es
cosa mínima. Solo se logra cuando el talento es mayúsculo y la solidaridad
colectiva es infinita. A la MSN le sobran los minutos. Alba y Rakitic disfrutan
del espectáculo, ofreciéndose como ayudas para aprovechar cada espacio del
césped. Y la línea liderada por el Jefe Mascherano y la mejor versión vista de
Piqué, solo salen a corregir los detalles que no pueden ser controlados por la
naturaleza del juego.
7-
Caer
no siempre es perder. Y la raza vasca demostró una vez más lo que significa el
amor propio, el amor a los recursos construidos en casa. Y Valverde le devolvió
el equilibrio a un equipo que casi toca el cielo con Bielsa. El fútbol tiene
estas cosas. Y el talento que hay en las entrañas de un club modelo que
defiende la autonomía y enseña el honor, es muy grande. Que la sangre galopante
en las reacciones de Mikel San José al final del encuentro, no eclipse un
espectáculo digno que limpia un poco el rostro corrupto y dictatorial que tiene
el fútbol mundial por estos días. Aupa Athletic.
…y 8- La Alianza tiene un reto más y es en Alemania. La tierra que
los llevó a replantearse sus ideales en 2013, el hogar que arropó al apóstol de
este proyecto, a Josep Guardiola. El país, que de llegar a ganar, les
entregaría de una vez por todas las llaves del fútbol Mundial contemporáneo.
Porque no hay dinero que valga lo suficiente como para superar un modelo y una
idea. De Messi, de Suárez y de Neymar es la sentencia. Ganar o Morir. Juventus
los espera.
Geoff I.
Hernández
Pobre basura. Eres un ignorante.
ResponderBorrarGracias ;)
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