martes, 13 de mayo de 2014

El día que nunca llegará...

(Crónica de una democracia impuesta)

Aún seguimos preguntándonos cuál fue la génesis de tanta destrucción. ¿Qué línea invisible traspasamos para transformarnos de una nación saturada de riqueza mineral a un quilombo de falsos comunistas sedientos de poder? ¿Por qué el conformismo, la miseria, la angustiante regulación y el temor son los compases en los que bailan nuestras vidas? ¿Por qué 42.000 millones de dólares provenientes del petróleo como situado anual no son suficientes para satisfacer las mínimas exigencias de una población que va in-crescendo a ritmo histórico? Creo tener la respuesta: Hoy más que nunca está enquistado en la mente del venezolano de calle ese legado de Hugo Chávez, el gen maldito de la división, cuyas ramas oscuras provienen del marxismo y sus cimientes del leninismo soviético. Lo curioso y antagónico del asunto es que Chávez murió sin ver los frutos de su desgracia. Ese es el motivo. Nunca habrá un verdadero diálogo.

Las dictaduras tienen una cualidad que las distinguen de cualquier otro concepto político, y es vital descifrarla para entender la esencia del falso diálogo promovido por la indefensa oposición y aceptado por la esfera roja necesitada de paz internacional. Las dictaduras son moldeables, se ajustan a los vaivenes sociales, a las inconsistencias económicas y a las diminutas fuerzas de los entes disidentes del país donde se desarrolla. El peor error está en creer que solo los genocidios hitlerianos y la miseria castrocomunista son síntomas de un gobierno dictador. Esta nueva generación liderada por Maduro y su imitación barata del Partido Bolchevique, ha demostrado otra faceta dictatorial. Un rostro cruel, pero a la vez sonriente. Son lobos con los disidentes y ovejas frente al núcleo continental. Ni Videla en sus días de furia o Mussolini en sus arranques iracundos lograron cumplir con una doble moral tan sutil. Jamás en la historia un país utilizó algún recurso natural para silenciar las voces demócratas internacionales de una forma tan descarada como esta fallida Revolución lo hizo. Mercosur, Petrocaribe, y el Alba son un festival de vampiros silenciosos que conocen la desgracia que rodea a Venezuela, y aún así la siguen viendo como la gallina de los huevos petroleros.

El poder adquisitivo del venezolano ha creado una neblina que eclipsa el viejo concepto cubano de la dictadura. Esto ha sido aprovechado por un gobierno con chispazos fascistas – Y aquí me detengo, es necesario explicar que no existe un fascismo social, es decir, impulsados por civiles. El concepto original del fascismo nace de un gobierno secuestrador de todos los poderes, donde la disidencia es pagada con represión y donde el aparato productor económico del país lo gerencia un partido único. Curioso. ¿No se parece esto a Venezuela? – para ocultar las innegables cantidades de despilfarro en corrupción. Las erradas políticas de nacionalización que inició Chávez, que hoy obligan al país a importar más del 70% de alimentos y de otros productos de usos diarios. La impresión frenética de billetes por parte del BCV ha sido la gota que derramó el vaso, intentando solventar el desfalco del fondo de Pdvsa solo han multiplicado la especulación y la inflación. Llevando a la nación a cifras estadística que se visten del mismo color del Psuv.

Hoy se confirmó la suspensión de un diálogo que nunca existió entre gobierno y oposición. El chiste duró más de lo esperado. Lo único que el mundo entero observó fue una reunión de caudillos de distintas jerarquías, abarrotados de dólares, que frente a las cámaras demuestran odiarse hasta la médula, pero off the record, son de la misma pandilla corrupta y dueña de la mitad del país. Eso sí, de distintas medidas ideológicas. Unos, capitalistas salvajes con aromas a socialistas-comunistas, y otros, capitalistas salvajes originales de la vieja guardia. Cualquiera que se salte el guión de la obra terminará en Ramo Verde o en el exilio.
El ostracismo del fulano diálogo fue la primera rejilla a la sospecha. Los productores de esa obra en Miraflores planearon hasta el más mínimo detalle, la hora, el lugar, la ubicación de los personajes, y sobre todo, el espacio para el foro internacional. El público venezolano, como si fuese un Caracas vs Magallanes, compró sus cotufas y su refresco y se sentó a esperar el chiquero, y ocurrió. Hubo diversión. Todos cumplieron con su rol, quizá Capriles se saltó un poco el guión al intimidar al todopoderoso Rafael “7.000 millones de $” Ramírez, pero no importa. La gente lo disfrutó, y esa era la premisa. Después de allí, los otros gobiernos del continente no podrían acusarlos de dictadores, ¿Y cómo, si sentaron en la misma sala de gobierno a los líderes de la oposición? El problema para la dictadura está en que la disidencia actual no la lideran los dinosaurios que aparecieron con sus trajes Dolce&Gabbana y perfume Givenchy parloteando en Tv, si no, los estudiantes. Esos guerreros sedientos de justicia que día a día se montan en el ring, yendo siempre al disparejismo frente a los esbirros del dictador. Intentando deslastrar al país de esta plaga que se ha extendido cual cáncer en todas las células y músculos de Venezuela. Por esto es que cualquier diálogo que aparte a la verdadera oposición del país se irá a la deriva.

Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello se han encargado de tirar contra el suelo cualquier intentona de reintegración social a través de su dialéctica pedante y altanera, y es lógico, con comunistas que viven como Rockefeller es imposible dialogar. Su poder es su divisa. Los petrodólares su oxígeno.

La técnica de resolución de problemas es muy específica al momento de dilucidar los pasos para conseguir las respuestas a todas incertidumbres que podía haber en el ambiente:

1)    Jamás se logró especificar el problema: La intenciones del gobierno nunca fueron de sanación, sino de paliación, es decir, utilizar las reuniones como maquillaje ante el descontento social manifiesto en las calles. Les funcionó de maravilla. Hoy el país está como si nunca pasó nada y los problemas siguen multiplicándose.

2)    Nunca existió una respuesta clara: La debilidad de los representantes de la oposición impuesta no les permitía tener voz de peso en las decisiones del gobierno. Su presencia era decorativa. Eran como los centros de mesas que adornarían las fiestas de los medios y gobiernos internacionales.

3)    La lista de soluciones giraban en torno a intereses pro-gobierno: Maduro y Rodríguez se rieron cuando leyeron una de las peticiones que tenía el documento entregado por Andrés Velázquez. La amnistía, la inclusión de los estudiantes, y las flexibilidad al momento de adquirir las divisas fueron algunas de las peticiones que tatuaban el documento, todas descartadas categóricamente por parte de la esfera más alta del gobierno psuvista.

4)    No hubo alternativas lógicas: Lógicamente, al haber ausencia de aceptación por parte del gobierno en responder sobre las peticiones de la oposiciones, era imposible crear alternativas de respuestas equitativas, destruyendo todo lo que medio se construyó en aquel divertido show de Miraflores, y retornando la situación del país a donde pertenece, en la esquina de la nada frente al mausoleo del dolor.

5)    Valorar los resultados: El único resultado que se puede valorar de todo este periplo es el increíble crecimiento de popularidad dentro de los estratos medio-pudientes del gobierno de Maduro. La carencia de una oposición con rasgos de transición fomentó la iniciación de una nueva secta: La oposición de la oposición. Como diría Metallica: ‘Triste pero cierto’.

…y así es como de la noche a la mañana se regresa a la nada. Las intenciones neocolonista de Cuba y el esclavismo ideológico al que están atados los multimillonarios representantes del chavismo de los pobres y menos pudientes, representan el mayor riesgo para la creación de un fantasioso pero necesario diálogo. Las formas que usa este gobierno para mostrar autoridad son las mismas de Tiberio Julio César. Violencia y escasez. Todas  estas sinfonías desesperadas nos ubican en una sola calle, cuya bandera agita el viento sin piedad, esgrimiendo la realidad de este diálogo.

Pd: Al fondo se lee, en letras grises, y contornos azules esa frase que me recuerda el momento de unión entre estas dos hordas: ‘El día que nunca llegará’.

Geoff. Hernández R.

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