(El
final)
Nunca
mencioné la razón de nuestro encarcelamiento, o quizá entre las divagaciones de
mis letras, no lo supe explicar, las insinuaciones suelen producir errores en
la percepción. No, no estamos presos por el acto de redención, eso es lo que
quise hacerle creer a Napoleón, a Nazut, a Vilhem y a ti que estás leyendo.
Ellos piensan que están presos por sus ideales, y qué lejos que están de la
verdad. El plan redentor genuino inició el día que nos colocaron las esposas en
las afueras del Hospital Eugene Satrièv. Para la política judicial del
gobernador Laurev, el tráfico de órganos es penado a cadena perpetua, y tiene
hasta sentido pensarlo, el problema está en que nunca supieron añadirle a la
constitución que rige el condado de Odpor, cuál sería la pena si cuatro
dementes ingresaran vestidos de monjas y curas y traspasasen la seguridad del
hospital, y llegaran al banco de órganos, y encendieran con gasoil esas
instalaciones. Dejando sin vida a más de cien posibles receptores de
trasplantes.
El
error de Napoleón fue en la huida, y era un error que yo mismo había inducido,
cuando leía los planos del hospital, supe que una sola puerta de emergencia
quedaba cerrada con pasador, y tuve que mentirle a Napoleón, desviando su
escapada hacia esa puerta, que quedaba al lado de la administración del hotel.
El banco de órganos estaba en el tercer piso, y la persecución entre la
seguridad y los cuatros dementes vestidos de monjas y curas se extendió por dos
pisos más, hasta que un llamado de ‘alto’ se escuchó fuera del hospital, y sí,
si tienen capacidad de anticipación, sabrán que afuera nos esperaba el difunto
Stannis y el adúltero Roché.
Por
eso estamos acá, y desde el mismo momento en que mis pies pisaron esta cárcel
del alma, el nacimiento del plan redentor fue imposible de detener, formándose,
creándose y evolucionando, hasta llegar el día de su nacimiento. El día que le
cambiaría por el resto de la vida, el rostro a esta corrupta y esclavizada
ciudad de Odpor. Ya no están los culpables de las vejaciones, humillaciones y
centenares de injusticias hacia los presos y hacia los ciudadanos de calle. Ya
no habrá más grupos exterminios que acaben con la vida de quienes no puedan
pagar los impuestos, y muchos menos habrá espacio en este universo para esa
raza maldita del difunto Stannis y del adúltero Roché, sobretodo de Roché, a
quién todos los carcinógenos que se ha venido tomando desde hace un mes atrás,
camuflados en agua, ya hicieron efecto, tatuando ese dolor crónico en la
boca del estómago, que tú insistías en que era solo un cólico, y que la rapidez
de la ciencia lo negó, agregándole un nombre un poco más poético: “Carcinoma
invasivo en la pared estomacal en fase IV”, debiste haber ido al médico cuando
cagaste sangre por primera vez, pero en fin, así terminan los orgullosos,
sufriendo la paga de sus miserias y tirados en una cama. Yo voy a pagar por las
mías también, pero a diferencia tuya, estaré de pie y sonriendo.
Ya me avisaron
que en dos horas es la ejecución, y no sabes la tranquilidad que
embarga mi vida. Siento una paz, porque sé que pronto me reuniré con mi padre,
Lars Dysis, el mismo que se suicidó cuando le dijeron que mi madre, Alejandría
Nell, le había sido infiel con el Jefe de policía de Odpor, el adúltero Nelvit
Roché.
Pd: 'La vida no es más que una consecución de imágenes distorsionadas'
Melbor Dysis Nell (G.H)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario