miércoles, 28 de mayo de 2014

Alusiones Personales (Parte VIII)

(El final)

Nunca mencioné la razón de nuestro encarcelamiento, o quizá entre las divagaciones de mis letras, no lo supe explicar, las insinuaciones suelen producir errores en la percepción. No, no estamos presos por el acto de redención, eso es lo que quise hacerle creer a Napoleón, a Nazut, a Vilhem y a ti que estás leyendo. Ellos piensan que están presos por sus ideales, y qué lejos que están de la verdad. El plan redentor genuino inició el día que nos colocaron las esposas en las afueras del Hospital Eugene Satrièv. Para la política judicial del gobernador Laurev, el tráfico de órganos es penado a cadena perpetua, y tiene hasta sentido pensarlo, el problema está en que nunca supieron añadirle a la constitución que rige el condado de Odpor, cuál sería la pena si cuatro dementes ingresaran vestidos de monjas y curas y traspasasen la seguridad del hospital, y llegaran al banco de órganos, y encendieran con gasoil esas instalaciones. Dejando sin vida a más de cien posibles receptores de trasplantes.

El error de Napoleón fue en la huida, y era un error que yo mismo había inducido, cuando leía los planos del hospital, supe que una sola puerta de emergencia quedaba cerrada con pasador, y tuve que mentirle a Napoleón, desviando su escapada hacia esa puerta, que quedaba al lado de la administración del hotel. El banco de órganos estaba en el tercer piso, y la persecución entre la seguridad y los cuatros dementes vestidos de monjas y curas se extendió por dos pisos más, hasta que un llamado de ‘alto’ se escuchó fuera del hospital, y sí, si tienen capacidad de anticipación, sabrán que afuera nos esperaba el difunto Stannis y el adúltero Roché.

Por eso estamos acá, y desde el mismo momento en que mis pies pisaron esta cárcel del alma, el nacimiento del plan redentor fue imposible de detener, formándose, creándose y evolucionando, hasta llegar el día de su nacimiento. El día que le cambiaría por el resto de la vida, el rostro a esta corrupta y esclavizada ciudad de Odpor. Ya no están los culpables de las vejaciones, humillaciones y centenares de injusticias hacia los presos y hacia los ciudadanos de calle. Ya no habrá más grupos exterminios que acaben con la vida de quienes no puedan pagar los impuestos, y muchos menos habrá espacio en este universo para esa raza maldita del difunto Stannis y del adúltero Roché, sobretodo de Roché, a quién todos los carcinógenos que se ha venido tomando desde hace un mes atrás, camuflados en agua, ya hicieron efecto, tatuando ese dolor crónico en la boca del estómago, que tú insistías en que era solo un cólico, y que la rapidez de la ciencia lo negó, agregándole un nombre un poco más poético: “Carcinoma invasivo en la pared estomacal en fase IV”, debiste haber ido al médico cuando cagaste sangre por primera vez, pero en fin, así terminan los orgullosos, sufriendo la paga de sus miserias y tirados en una cama. Yo voy a pagar por las mías también, pero a diferencia tuya, estaré de pie y sonriendo. 

Ya me avisaron que en dos horas es la ejecución, y no sabes la tranquilidad que embarga mi vida. Siento una paz, porque sé que pronto me reuniré con mi padre, Lars Dysis, el mismo que se suicidó cuando le dijeron que mi madre, Alejandría Nell, le había sido infiel con el Jefe de policía de Odpor, el adúltero Nelvit Roché.

Pd: 'La vida no es más que una consecución de imágenes distorsionadas' 

Melbor Dysis Nell (G.H) 


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