
Nauseabundo es el olor de la desesperación. Estratosférico el
trayecto que nos aísla. Las melodías más armoniosas que pueden existir están
bajo el poderío de tu sonrisa. La eternidad existe, solo a tu lado. Como aquella
noche, cuando el silencio entendió el mensaje y calló. Cuando tu alma se unió a
la mía. Cuando nada más concernía sólo el sonido de nuestros corazones. Oh,
alma mía. Qué lejos está ese día. Cuando el mundo dejó de girar. Se rindió ante
nuestra perfección. Por sentirte de nuevo, libraría mil batallas. Destrozaría
mis ideales. Dejaría de ser yo, sólo para tenerte a ti.
Nunca digas amor. Jamás digas por siempre. Mi desliz fue
sucumbir al edén verdoso de tus ojos. De ningún modo digas hoy. Mejor di
mañana. Oh, dulcinea, si supieras lo amarga que es la hiel de tu ausencia. Sólo
si supieras.
Geoff. Hernández
Exquisito
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