1- Un guión distinto. Una atmósfera infernal y un empuje tan grande
como el furor de 65 mil brasileños en el Castelao bastó para demostrarle a
Colombia que en los momentos de élite son muchas más amplias las variantes que se
necesitan para salir airosos. Que el fulgor cafetero en el último cuarto de
hora, y la cobardía de Scolari al momento de finalizar los partidos, no eclipse
la enorme presentación de una Brasil que ya se familiarizó y conoció a
profundidad sus debilidades y que está determinada a superarlas y alcanzar el
reinado del Mundo con sus fortalezas. Hoy en Fortaleza mandó el que mejor jugó,
y ese fue Brasil.
2- La intensidad es el recurso más claro que la pentacampeona tiene,
y contra Chile, lo entendió Scolari. Dos decisiones marcaron el rumbo de la
batalla a su favor, la inserción de Maicon y sacarlo a Fred de esa jungla que
estarían preparando Yepes y Zapata y arrojarlo a la libertad. Alves no debería
jugar más. Maicon demostró que no es necesario ser el marcador de punta
virtuoso de los ayeres, con un vaivén exquisito, para otorgar seguridad y
responsabilidad en la marca. Que precisamente era el principal problema de
Brasil. Las espaldas de Alves y su cercanía con la desgracia. Y Fred, tuvo un
primer tiempo divino. Se encargó de desacomodar la línea defensiva y obligar a
Carlos Sánchez a retrasarse. El peor de todos, tuvo su buen momento. El fútbol
es más que gol y barridos. Es ubicación y desubicación. Hoy Fred empujó a
Colombia al desorden y eso también se valora.
3- La intención de Pekerman al ingresar a Guarín en el doble pivote
era manejar mejor la pelota y entregarle plenamente la zona de destrucción a
Carlos Sánchez. Se suponía que junto a James y Cuadrado, se armarían los
triángulos y los circuitos al momento de elaborar. Era lo lógico. El detalle estuvo
en que Fernandinho y Paulinho resucitaron de las cenizas. De ser un par de
fenómenos estorbadores, se convirtieron en figuras de ajedrez orquestadas a la
perfección. Fernandinho fue la sombra de la versión más triste de James, y es
que Colombia sin James, es como un verano sin sol. Paulinho tenía la obligación
de saltarse líneas y de añadirse al ataque por la izquierda, es decir, la banda
del peor jugador del partido, Camilo Zuñiga – Y va más allá de la cobarde
lesión a Neymar – por allí, Brasil lo trituró a Colombia, y ni siquiera cuando
Sánchez iba con la manguera a intentar apagar el fuego lo lograban. Hulkie,
Marcelo, Neymar y Óscar, disfrutaron de una autopista, una pradera en paz y sin
oposiciones, y de allí nace el gol de Thiago Silva. Ospina terminó evitando la
catástrofe en los primeros 45’, si hubiese terminado 4-0, realmente no pasaba
nada.
4- La fe es el motor que empujará siempre a la ilusión, y la ilusión
es el resultado final de un montón de trabajo previo. Hoy Colombia –
Exceptuando los divinos quince minutos finales – envió al traste el trabajo
hecho en instancias previas, y en realidad fue más mérito de Brasil que
desmérito cafetero. Los primeros 65 minutos no existieron para Colombia.
Esperando la rebeldía genética de Cuadrado o la magia de James. Nada más.
Ibarbo se trajeó de tapador. Teófilo destruido en ataque por dos mega fieras
que están en un nivel superlativo (David Luiz y Thiago Silva), y un James
Rodríguez que solo vio su renacer cuando las piernas a Brasil no le permitieron
seguir con la presión asfixiante. Voy más allá, no hubo fe en Colombia y lo
pagaron muy caro.
5- Velazco Carvallo, demuestra el déficit de buenos árbitros a nivel
Mundial. Malo. Increiblemente malo. Terrible en la toma de decisiones, maestro
en evitar la fluidez de juego y sobre todo, adicto al peor vicio que puede
ejercer un árbitro, igualar una injusticia con otra. Debió expulsar a Julio
César y a Zuñiga. Y repartir otro festival de amarillas. Ni lo uno, ni lo otro.
6- Los últimos quince minutos de Colombia fueron un terremoto de
fútbol. Aún angustiados con el 2x0, tenían la capacidad para jugar con
fundamentos, y aprovechar la mayor cantidad de espacio que el cansancio
brasileño les otorgaba. James fue el arquitecto. El mismo que estuvo deprimido
por la grandeza de Fernandinho y Paulinho ,se liberó y se cargó al hombro a una
nación que casi hace la heroica. Pero hubiese sido injusto. Carlos Bacca
entregó más solvencia en definición y en desmarques de rupturas, que lo que
hizo Teófilo en todo el campeonato. El partido desde el minuto 55 pedía a Juan
Fernando Quinteros, pero Pekerman no lo vio así. Quizá el temor de la contra brasileña,
quizá el resquemor de la indecisión. Quizá. Lo único claro fue que al añadirlo
al campo, todo cambió. Y para mejor. Y allí es cuando me afinco, que la
ausencia de fe y de intenciones claras fue lo que sepultó a la versión más
valiente y respetada que he visto jamás de Colombia. Lo mejor para ellos es que
en menos de doce meses hay participación oficial, y que la base de esta
generación la lidera un mago de 22 años, y de un futuro incalculable. Para ti
el honor, James Rodríguez.
7- …Y al final, Brasil no gana partidos, supera batallas. No es un
Mundial lo que se juegan, es una guerra la que viven. Sin Neymar Jr y sin Thiago Silva, el
horizonte se ve gris. Solo el coraje de unos convencidos guerreros podría superar esta tempestad. A lo lejos se ve un resplandor, blanco como el cielo en
marzo, un ejército se acerca. Huele a sangre. Son ‘Los Hermanos del Norte’.
PD: ¡David Luiz ha hecho una maravilla desde la pelota parada y
Thiago Silva una estupidez recibiendo la amarilla. Dos genios creados el uno
para el otro!
Geoff I.
Hernández
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