viernes, 10 de junio de 2016

Creyentes de un nuevo tiempo




     1- Los noventa minutos contra Uruguay significaron mucho más allá que un triunfo o una clasificación. Su principal análisis debe ser la demostración plena que la angustia de la Era Sanvicente, nunca fue futbolística. El talento siempre estuvo, está y estará. Y allí se afirma la belleza de este deporte, que no solo de talento vivirá un equipo, sino de la gestión y sindéresis ejercida por el líder. Los mismos zarandeados por Chile, y Ecuador, eliminaron al actual líder de Eliminatorias y octava mejor selección del mundo. Fútbol. Radiografía de lo inexplicable.

2-    Llegaba el tiempo de la primera gran decisión de Rafael Dudamel como gerente de un grupo que ha rozado la gloria e ido al infierno mismo en menos de tres años. Peñaranda – Representante de la nueva raza – sustituía a Seijas – Capitán de los días de gloria -. Movimiento inteligente y ofensivo que dictaminaría el ritmo de la conquista. Pero, dejemos por un instante la ejecución al lado. Y  usemos la retórica: ¿Cómo Dudamel sanó en tan poco tiempo las heridas de un equipo roto en espíritu y en competencia? ¿Cuál es su verdadero nivel de influencia en la gerencia de un grupo de jugadores de altísimo nivel que desean revertir las derrotas del ayer? Un misterio digno de ser anunciado.

3-    Uruguay hizo cuatro variantes en su alineación. Donde las fichas a observar serían los ‘Gastones’. Uno – Ramírez -  tendría la obligación de darle sentido de orientación a un equipo que dejó de jugar al fútbol y se entregó únicamente a la intensidad. Y el otro – Silva – se encargaría de cubrir la zona derecha, donde el trío Guerra-Rosales y Peñaranda cuando se permutase, construirían la ofensiva llanera. Ninguno de los ingresados aportó sentido de mejora en la escuadra ‘Charrúa’. Diluidos y sometidos por dos bloques compactos que secuestraron y anidaron sus camisetas vinotintas en todos los sectores del campo.

4-    El primer tiempo fue una partida de Ajedrez hasta el gol de Salomón. Posesión del balón igualada. Venezuela mostrando rebeldía, y Uruguay refugiándose en las temporizaciones, coberturas y en Godín y Giménez, como respuesta a la sorpresa del planteo rival. Con ritmo en ambos lados del campo y muy atractivo a la vista. No había diferencias visibles y solo un  momento mágico parecía ser el camino para abrir el marcador, y allí apareció Alejandro Guerra, con ese don inequívoco de decidir correctamente y ejecutar con la delicia de los escogidos. Firmando un disparo de 40 metros que terminaría en el horizontal que resguardaba Muslera. El resto es historia. Rebote y sentido de ubicación del Gladiador. 0-1.


5-    Arquímedes Figuera sigue siendo el escudo del General. Entendió su papel secundario, y a partir del despliegue físico y las ayudas a los laterales, encontró su radio de acción. Equilibrio y aporte físico para un mediocampo vinotinto que tiene en Tomás Rincón el segundo pase limpio. El capitán no tuvo su partido más cómodo. Y era lógico. Arévalo Ríos y Sánchez eran el muro que entorpecería cada asociación hacia las bandas. No fue hasta el segundo tiempo, cuando se rompiese el encuentro, que Rincón influyese en las posesiones. Su trabajo de anticipación y de ayudas a los centrales fue espectacular.

6-    Adalberto Peñaranda. El protagonista de una noche inolvidable. El próximo crack sudamericano. El destino ya lo decidió. Y por suerte, nació en nuestra tierra. Tiene todo los argumentos técnicos y tácticos para triunfar en el fútbol élite. Ayer acertó en todo, hasta en sus imprecisiones y nervios. Encaró a Uruguay como si fuese una partida del barrio. Irreverente, solidario en defensa, y con una coordinación en el manejo de balón tan llamativa, que era inevitable no imaginarlo como víctima de la frustración uruguaya. Tuvo dos ocasiones para matar la partida. No lo logró. ¿Y qué importa? Si en el trabajo invisible lo hizo todo perfecto. Obligó a Maxi Pereira a subir apenas un par de veces al ataque. Atacó por fuera y por dentro. Y lo mejor de todo, jugó como si tuviese 26 años y fuese ficha del Barcelona. Cuando en realidad, tiene 18 y juega en el Granada. El límite lo pondrá su carácter. De resto, es imposible imaginarlo fallar.

7-    ¿Final de una Era? Probablemente. El ‘Maestro’ tiene un último reto. Rusia 2018. La salud y la reestructuración en la identidad futbolístoca de Uruguay serán sus jueces. Los héroes de Sudáfrica han ido cayendo. Y es un momento inmejorable para insertar en el proyecto a la nueva camada. En los brazos de Godín-Cavani-Suárez está el futuro próximo del gigante del mar del plata mientras se desarrolla la cantera. ¿Fracaso? Por supuesto, a esta selección nunca se le exigirá menos que estar en los 4 mejores. Por cierto. Nico Lodeiro en 10 minutos hizo sufrir a Venezuela. Frágil lectura del partido para el cuerpo técnico.

8-    Venezuela debe aprender a liquidar este tipo de partidos. Pues, son los que clasifican a un Mundial. Ayer, ese sufrimiento final pudo haber sido evitado. Mención especial para la línea defensiva. Vizcarrondo expelió todo – Excepto ese error del 1T -, González cada día se parece más en funcionamiento y en movimiento a Rosales. Feltscher, tiene todo lo que pedíamos de un lateral por la izquierda. Responsable con los metros a sus espaldas. Sin temor para reventar la pelota al costado, y preciso en las barridas. Wilker Ángel, entendió que este era su partido bisagra y así compitió. Como si mañana dejase de ser jugador. Él es una de las mejores noticias. La Vinotinto tiene central y futuro capitán por varios años.

Y 9- La grandeza se puede reconstruir. Y esta Copa es una hermosa oportunidad para competir en favor de una nación necesitada. Librando una guerra en el campo que sirve de fe para millones de venezolanos. Y Dudamel como líder tiene la misión de hacerles entender a los 23 guerreros trajeados de vinotinto que son los creyentes de un nuevo tiempo.

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