1-
Partido picante. De un despliegue físico más imponente que el debut
frente a Chile. Argentina competía ante su ‘Nigeria’ de América – Como en
Brasil- . Por eso era inimaginable añadir a Leo, a la alineación inicial. Mucho
golpe. Mucha fricción. La velocidad al momento de circular la pelota sería la
llave para destrabar el marcador temprano. Y Banega era la pieza encargada de
aceitar la zona de gestación. Panamá, por su parte, sabía que la paliza que
debía darse para cortar los circuitos tenía que rozar la perfección si soñaban
con arrancar algún punto.
2-
Y así ocurrió. Panamá escondió cualquier complejo y se tomó en serio la
misión de correr. Olvidar la estética y meter la pierna. Correr y correr,
mientras que Mascherano era el rostro que más se veía en cámara – Cosa no muy
esperada en esta era Martino -. El gol de Otamendi fue un accidente que activó
el momentum más sólido de la escuadra centroamericana. Pimentel se mostró
agraciado en la conducción, logrando sacar de su espació de comodidad a un
Banega que conseguía libertad como interior por la izquierda. Augusto se
quedaba junto a Mascherano rompiendo todo por el centro.
3-
Sin dudas, el desarrollo del partido fue un retroceso en el funcionamiento
colectivo. Aunque en este tipo de competencias no basta lucir. Hay que saber
ganar los choques de distintas índoles. Las exigencias que plasmó Bolillo Gómez
en su escuadra, fueron bien interpretadas por Argentina. Antes de romperse Di
María, su participación no irradió. Como el equipo en general. Pero, Higuain sí
mostró su capacidad de espalda al arco. Siendo el desahogo hacia las bandas.
Gaitan y Di María se beneficiaron del sacrificio del ‘Capo Di Napoles’. Su
némesis sigue siendo la barrera psicológica que le impide tomar la decisión
para definir en el momento preciso. No es futbolístico. Es meramente mental. Y
ese trabajo es del cuerpo técnico.
4-
Panamá compitió en el aspecto defensivo a nivel del torneo. No así en la
ofensiva. Blas Pérez deambulaba esperando algún chispazo de Quintero o Godoy,
quienes permanecían más atentos a las ayudas en transiciones que a la
elaboración. En sus armas supo crecer. Lástima que la imprudencia de Godoy
terminase con cualquier posibilidad real de emparejar el resultado.
5-
Transcurrían los minutos del segundo tiempo, y el partido se iba
convirtiendo en una peligrosa y aburrida sesión de entrenamiento. Argentina
dominaba el balón y los ritmos y Panamá esperaba la oportunidad que siempre se
les da a los equipos chicos cuando
enfrentan a los gigantes. 1-0 era un marcador demasiado corto, como para darle
un espacio a la duda y Martino por eso llamó al mejor de todos los tiempos. El
único que con su presencia es capaz de espantar y resquebrajar cualquier
sistema. El antídoto del aburrimiento.
6-
Y solo bastó media hora para que Messi desnudase al placer las falencias
de Panamá. Hat-trick. Omnipresencia. Aciertos en todas su participaciones,
y lo más importante, la identidad de
cuál será su función en esta Argentina. Por el centro, detrás de Higuain, y a
la misma línea de los aleros. Un Messi muy Riquelme. No más Leo de wing
derecho. Al menos hasta que se coloque la blaugrana.
Y 7- Seis de seis. Aún queda Bolivia. Y Argentina saldrá con la misión
de asegurar el primer puesto, y es que nadie puede negar que Martino y compañía
suspiraran al ver el triunfo de Venezuela sobre Uruguay. El fantasma del 2011
no retornaría a su casa – Al menos esta vez -. El horizonte dibuja un
enfrentamiento: Venezuela vs Argentina en cuartos de final.
Geoff I. Hernández
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