“Debo decirles que me pone muy contento que hoy Abidal esté aquí con
nosotros. Te digo: si te sientes fuerte y tienes ganas, te esperaremos el
tiempo necesario, y no olvides nunca que tu lucha será nuestra lucha”, con ese
párrafo que desnudó tu alma, armonizaste esa fría noche en el Camp Nou. Era el
día de mostrarle el título de Liga 2013 a toda esa multitud que hacía a tu
corazón latir con más fuerza y euforia, y dentro del júbilo supiste ocultar los
temores que ibas a enfrentar, mientras que todos veían tu
sonrisa y la grandeza milagrosa de Abi, en el fondo ya imaginabas cuál podría
ser el final de la guerra que enfrentabas, y te dolía. No era falso lo que
expresabas o decías, al contrario, era tu honrada forma de demostrarle al mundo
entero que los cobardes jamás verían cara a cara a la tempestad cuando esta
toca la puerta.
Francesc, siempre fuiste así, distinto, parsimonioso, creado para
protagonizar desde un plano menos estridente. Preferiste formar antes que
presumir. Como aquella noche en 1986. Monserrat, el amor de tu vida seguro
recordará ese día con alegría, y cómo no hacerlo, si siendo el Busquets de tu
generación repartiste cuatro asistencias en la final de la Copa del Rey Juvenil
frente al Real Madrid, tres de las cuales fueron para Ramón, el ariete afamado
del equipo, el mismo que engalanaría con su rostro los diarios de Cataluña al
día siguiente. No te importó. Nunca te afectó no ser el foco de atención, y tu
organismo era inmune a esa terrible adicción a ser aprobados. Ni siquiera Danny
Muller, ese enemigo injusto que quitó tu puesto en el filial, pudo arrancarte
el sueño que cabalgaba libre dentro de tu corazón. El mayor talento de Muller
era ser yerno de Johan Cruyff. Pero siempre tuviste claro que el don te llevaría
a donde la influencia jamás tendría
acceso.
Así creciste y evolucionaste, o involucionaste como jugador dirían
algunos, yo me rehúso a verlo de esa manera. La visión tuya del fútbol era superior,
y los entes superiores siempre consiguen el éxito. Sufriste la patología
Marcelobielsitis, esa que no permitió al loco de Rosario plasmar como jugador
en una cancha lo que en su cabeza viajaba desenfrenado. Por suerte, el fútbol
sin líderes no existiría, y allí Dios les tenía un premio a la constancia y a
la lucha a Marcelo y a vos.
Francesc, te llevaste al lugar de descanso un título que ni el mismo
Josep Guardiola puede presumir, y es haber formado, entrenado y visto
fructificar a la maravillosa generación del ’87, liderada por Lionel Messi,
Gerard Piqué y Cesc Fábregas. Ese 2001 sublime cuando conociste a los chicos
que siete años después tomarían tus conceptos y los convertirían en arte, y es
que no era alocado imaginarlo, si en ese año del Cadete B, tú tenías 33, ellos
14, no perdieron ni un solo partido en toda la temporada, tus métodos algo
exigentes para la edad de la banda del 87 produjo un festival de buen fútbol.
Quien entrega identidad a un joven, libera a toda una generación. Eso hiciste y
por eso jamás serás olvidado.
Los atardeceres de la Ciutat Esportiva te extrañarán, los vestuarios te
extrañarán, Messi te extrañará a ti, y a los discos de Coldplay o The Cure que
solías llevar para sonarlos luego de los entrenamientos, manteniendo esa teoría
de que una derrota siempre será superada luego de escuchar alguna buena canción
de Keane.
Protegiste a Guardiola, fuiste su escudero, creíste en él cuando ni él
mismo lo hacía, lo acompañaste en la arriesgada
aventura de tomar el Barca B tirado en el fondo de la tercera división y
lograron regresarlo a donde pertenece, como campeón a segunda. Aplicaron la ley
más fuerte que existe en este universo, la ley del acuerdo, fusionando la
hermandad, con la responsabilidad y el don, creando un sistema pedagógico que cambió
eternamente la forma de concebir el fútbol. Entendieron que el fútbol es un
espejo de la vida, y que la vida hay que llevarla con estética, con dominio y
con mucha entereza. Indagaron, innovaron, inventaron, hicieron del triunfo un
hecho cotidiano, y luego de rozar la perfección es imposible no sonreír recordando
la leyenda que lideraron. Leyenda que en parte tuvo nacimiento en una de esas
tardes en la Ciutat, donde una insistencia tuya Tito, sin precedentes, empujó a
Guardiola a correr a Eto’o a la banda, obligando a los centrales del Madrid a
perder la referencia de la zona defensiva, otorgándole la libertad que
necesitaba Leo Messi para hacer de ese Clásico en el Bernabéu la consagración
de la perfección. 2-6 quedaría consumado el triunfo. Gracias por creer en tu
locura Francesc, y ser parte de la preparación del exquisito manjar del falso
nueve.
…y así es cómo te voy a recordar, Francesc Vilanova I Bayó, como el ángel
que siempre estuvo detrás de ese proyecto genuino de igualdad entre carácter y
nivel futbolístico llamado Barcelona.
Hoy me pongo de pie y aplaudo con emoción y lágrimas en mis ojos este
día. Porque ha nacido una leyenda. Te prometo contarles a mis hijos el empujón
que le diste a Mourinho luego de su arranque de inferioridad, te prometo
alegrarme cada vez que vea la celebración tuya luego de completar la remontada
aquella lluviosa noche en Sevilla, te prometo que tu estandarte jamás caerá a
tierra, y te prometo que el tiempo obligará a las próximas generaciones a
buscar el punto de grandeza y para conseguirlo tendrán que recordar esos días
dorados cuando la magia existía y la perfección se trajeaba de azulgrana.
Descansa Tito, hazlo sin resquemores, sin preocupaciones, Adriá llegará a
primera división y usará el 7, tu favorito, y Carla será una abogada de lujo,
de Monserrat no te preocupes, el amor que le sembraste la protegerá. Seguirá
amándote con la misma fuerza con la que te conoció, y termino esta epístola
recordándote que ese último acto de dignidad que hiciste al alejarte los dos
meses finales de tu vida para no hacer sufrir a tu familia y a tus amigos, solo
lo haría un ángel que siempre estuvo detrás.
PD: Seny, pit i collons!!
Tito Per Sempre Etern!
Geoff I. Hernández
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