1- Una cosa es participar y otra muy distinta es competir. Para
competir debes evaluarte, adaptarte y ajustarte a una idea que conlleva la
responsabilidad de cumplir unos objetivos impulsados por la Ilusión. En el fútbol
la competitividad lo es todo, incluso por encima del talento individual. Las individualidades
son un recurso válido cuando se intentan conseguir los caminos para el
funcionamiento colectivo, de resto, solo es arrogancia, energía desgastada y
juegos de azar. Estados Unidos compite. Portugal no. Uno se ilusiona con los
resultados de un guión bien estructurado y otro de rodillas mendiga un destello
del genio y así sobrevivir. El resultado no refleja la esencia del juego. Al
final el resultado solo es la culminación de centenares de circunstancias que
ocurren en noventa minutos.
2- Portugal quiso, pero no pudo. Tan sencillo como eso. El
espectáculo fue el más favorecido producto a la intención constante de Portugal
y la ubicación correcta de Estados Unidos. Ese error pasmoso del ‘tocayo’ Geoff
Cameron, le permitió sonreír a Bento por un instante. A partir del gol todo fue
a peor para los lusitanos. Klinsmann vive por su manual, le adhiere pero no le
quita. Su juego nace a partir del dominio en mediocampo, y en esa faceta el
rastafari Kyle Beckerman fue el mejor exponente. Achicaba y ampliaba el equipo
cuando quería. Le ensuciaba los espacios a un Moutinho enchufadito pero carente
de asociantes. Bradley, aunque no realizó su partido más correcto, pudo tomar
responsabilidades ofensivas porque detrás de él, Beckerman era una muralla
infranqueable.
3- La diferencia entre Ronaldo y Messi es que Leo tiene un equipo y
Cristiano no. La prensa mundial malgastó centenares de letras, tinta y hojas
enfocándose en la ‘lesión fantasma’ de CR7, pero la mayor angustia para él no
vivía en su cuerpo, estaba en levantar la cabeza y sentirse solo. Jamás logró
controlar sus emociones, nunca entendió lo que significa Portugal, quiso leer
la partitura al mismo ritmo que lo hace en Madrid y esto lo aprovecharon
Johnson y Jones para cerrarlo siempre. Está sentenciado al fracaso. Su
alrededor está lleno de pésimos jugadores que se afanan en hacerlo peor.
4- Dempsey es la bandera de un proyecto que tiene sus bases en el
orden, la solidaridad y la ilusión. Tiene el tabique fracturado. No se operará
hasta que termine la Copa del Mundo. Sabe transmitir con su sentido de
ubicación la idea de Klinsmann. Llegar es mejor que estar y el segundo gol no
fue casualidad. Fue un festival de orientación y de olfato goleador que
magnificó los desdobles incesantes de un lúcido Fabian Johnson.
5- Cuando el partido aún era posible para Portugal y vivía el momento de
las decisiones técnicas, Pablo Bento lo hizo todo mal. Seré severo. Bento con
sus sustituciones se encargó de robarle el poquito de corazón que de por sí ya
tenía el gélido Portugal. Sacarlo a Andre Almeida, cuyas proyecciones ofensivas
fueron el recurso más utilizado por los lusitanos, solo hubiese tenido sentido
si el esquema en la zona dos no se tocaba. Allí estuvo el error. William
Carvalho es un correctísimo jugador, pero estático. En las transiciones se
queda y atrofia el contragolpe. Meireles estuvo mucho más activo y se arrimaba
a la izquierda para mejorarlo a Cristiano.
Cuando sustituyó a Meireles se
acabó el fútbol y se hace un pantano la creación. La torpeza de Veloso por la
izquierda solo fue superada por la terrorífica noche de Eder. De lejos, el peor
de la cancha y de la grada y de todo.
6- El cuerpo técnico americano tiene la obligación de trabajar en los
detalles. Los fundamentos básicos los ejecutan a la perfección, pero los
descuidos psicológicos casi le cuestan el partido. Cameron, Howard y Zuzi. Tres
elementos importantes que hoy por instantes se estancaron. Más que en la
pizarra, es una cuestión mental. Si encierran esos fantasmas, la hazaña del
2002 podría ser superada. Tienen material y en el banco a un superdotado que
por obligación y amor al arte, debe ver minutos contra Alemania. Mr. Chris
Wondolowski.
…y 7- La síntesis de Portugal estuvo en el gol de Varela. Sin
celebración. Sin reacción. Sin alma y con una amargura que transmite el
descenso de un país que tocó el cielo futbolístico con el subcampeonato de
Europa en 2004. Ni Ronaldo. Ni Nani. Ni nadie. Las individualidades nunca
podrán sustituir el poderoso significado de una idea. Estados Unidos vive por
una idea y está completamente decidido a dejarse seducir por la ilusión.
Geoff I.
Hernández
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